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Riesgo de inflación: 6 tácticas para gestionar nuevas contingencias y oportunidades


El riesgo de inflación afecta hoy a organizaciones en todo el mundo, generando nuevas amenazas y potenciando las ya existentes. Este tipo de riesgos, de alcance mundial, también son parte esencial del trabajo del administrador de riesgos.


La inflación preocupa a todas las personas. Pero, para las organizaciones, el riesgo de inflación resulta especialmente crítico. Las consecuencias más lesivas, entre otras, serán:

  • Costo más alto del envío o importación de materias primas e insumos.

  • Alta rotación de empleados ante la imposibilidad de subir salarios o, incluso, pagarlos a tiempo.

  • Lento retorno de las inversiones.

  • Perdida de clientes debido al aumento del coste de los bienes o servicios producidos.

Disminuir el gasto es la reacción inmediata previsible para contrarrestar el impacto del riesgo de inflación. Sin embargo, es posible implementar otras estrategias eficaces frente a riesgos estratégicos como este.


Riesgo de inflación – 6 estrategias para gestionarlo

En periodos de incremento de los precios de forma sostenida en un determinado lapso de tiempo, las organizaciones hacen frente al aumento del precio de sus insumos, las exigencias para el incremento de salarios y la escasez del suministro de algunas materias primas.


Dado el comportamiento cíclico de la economía, es una situación que con anterioridad han tenido que enfrentar las organizaciones. Así, con base en la experiencia previa de expertos y directivos, rescatamos las tácticas que utilizaron para gestionar el riesgo de inflación:


1. Obtener visibilidad total de los gastos

En periodos de recesión e inflación, es fundamental tener una visibilidad total y constante de todos los gastos. Visibilidad por categorías, por proceso, por función, por unidad comercial o por cualquier otro criterio que resulte importante.


Es importante que la información ofrezca la debida trazabilidad, sea procesable y comprobable. Esto permite el nivel adecuado de responsabilidad en todos los niveles y en todas las áreas de la organización. El resultado será la toma de decisiones enfocada en el impacto que puedan tener sobre la rentabilidad del negocio.


2. Definir con claridad gastos estratégicos y no estratégicos

En momentos críticos los errores tienen un impacto mucho mayor. La reacción inmediata ante la recesión y el riesgo de inflación es recortar costes y gastos de forma indiscriminada y, como resultado, en ocasiones, se eliminan rubros estratégicos para la operación, y permanecen costes que no están alineados con la estrategia de la organización.


Es importante hacer una diferencia entre la reducción de costes estratégicos y los que no lo son. Las obligaciones laborales, el pago de intereses a obligaciones financieras o el mantenimiento y renovación de activos fijos vinculados a la producción, son claramente costes estratégicos. Gastos de representación, remodelación de oficinas o renovación de la imagen corporativa podrían esperar momentos más oportunos.


La Alta Dirección y los directores de área deben decidir dónde invertir y dónde ahorrar. Algunos de estos ahorros tienen la capacidad de mejorar el rendimiento de los gastos operativos, y otros impulsarán el crecimiento a través de una mayor inversión.


Así los líderes tomarán las mejores decisiones, optimizando el uso de los recursos financieros operativos, lo que conduce al logro de objetivos que marcan la diferencia con respecto a otros competidores.


3. Comprender cuáles son los verdaderos impulsores del gasto

El objetivo es analizar los precios pagados por bienes y servicios necesarios para la producción, y compararlos con el consumo. Esto lleva a la formulación de iniciativas granulares, rastreables, que permiten establecer un impulsor en una categoría de costos.


Como resultado, la organización podría implementar un programa de proveedores preferidos, diseñar estrategias de abastecimiento con base en herramientas de inteligencia artificial, generar información automatizada de los costes y gastos asumidos para establecer sobre la marcha dónde se producen ahorros y aprovechar así oportunidades en el momento.


Para desarrollar esta estrategia en particular, se hace evidente e imprescindible el apoyo tecnológico. Es claro que las organizaciones que ya están inmersas en procesos de transformación digital, y que han automatizado y digitalizado sus Sistemas de Gestión, tendrán mayores oportunidades para enfrentar con éxito el riesgo de inflación.


4. Reducir el consumo

Reducir el consumo es una acción típica y predecible en tiempos de recesión y de inflación. Comprar en mejores condiciones no siempre es fácil debido a la presión que existe sobre la cadena de suministro. Pero sí se puede gastar mejor.


Se trata de comprar de forma inteligente y, para ello, centralizar las decisiones de compra suele funcionar para tener mayor control y tomar decisiones informadas para toda la organización.


5. Eliminar trabajo

Con la recesión tocando la puerta y el riesgo de inflación pendiendo sobre la cabeza, eliminar líneas de trabajo parece una medida razonable. Las organizaciones deben revisar qué agrega valor y qué no lo hace, o no en grado suficiente.


Una opción es eliminar productos o líneas de productos que pueden ser retomados después. Reasignar tareas en función de un modelo de producción mucho más eficiente es una alternativa también. Finalmente, la automatización proporciona interesantes beneficios.


6. Automatizar

La robótica y la automatización de procesos no siempre conduce a la eliminación de puestos de trabajo. Es también una forma de optimizar flujos de trabajo y hacer que las personas sean mucho más eficaces y generen valor.


En muchas organizaciones, las tareas manuales y repetitivas demandan gran parte del tiempo de muchos empleados, quedando rezagadas iniciativas estratégicas realmente importantes, como el análisis de datos y de contexto de algunos negocios.


Además de disminuir el valor de la mano de obra, la automatización genera estabilidad en la organización. De hecho, las organizaciones que automatizan procesos, ahorran dinero que les permite invertir en el desarrollo de nuevos productos, lo que impulsa al final la contratación de nuevos empleados.


El riesgo de inflación, como otras amenazas de orden superior, debe ser tratado por especialistas formados y capacitados para asumir una tarea tan crítica. Así es que contar con este tipo de profesionales es nuestra recomendación final.

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