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  • Ricardo Aparicio Castillo| El Universal 07 de

¿Por qué debo institucionalizar mi empresa?

Actualizado: 2 nov 2022


Una empresa familiar que logra llegar a la institucionalización tiene más probabilidades de sobrevivir y mantener a la familia unida. En buena medida, porque los tres componentes institucionales claves para la supervivencia de un negocio estarán adecuadamente manejados y regulados: iniciativa, dinero y poder.


Es importante destacar lo que el profesor Luis Manuel Calleja, del IESE Business School, señala al respecto: “La carencia grave de uno de los tres componentes institucionales no se suple con la abundancia de alguno de los otros dos”.


La falta de iniciativa institucional no la puedes suplir con grandes reservas monetarias o concentración del poder. Henry Ford es el ejemplo más paradigmático de esto.


Sin dinero, no habrá posibilidad de financiar nuevas iniciativas.

El poder mal manejado o la ausencia de este, llevará a malas decisiones y al abuso de los recursos económicos. En cualquiera de estos casos, con el tiempo, la empresa desaparecerá y la familia se desintegrará. La historia está llena de ejemplos.


La institucionalización es clave también por dos aspectos fundamentales en la dinámica de este tipo de instituciones: la transición generacional y la regulación de las relaciones de la familia con la empresa. Esto se demuestra en una encuesta que realizó la consultora internacional KPMG, titulada Empresas Familiares: El desafío de crecer, madurar y permanecer, entre más de 200 directores y altos ejecutivos de empresas familiares en México, en la que se expone que las empresas nacionales sufren carencias en la administración y las estrategias que afectan directamente a su supervivencia.


El cambio de estafeta en la empresa familiar siempre fue, es y será vital, sobre todo en la transición de la primera a la segunda generación. El vacío que deja un fundador es difícil, aunque no imposible, que lo pueda llenar a cabalidad un hijo o hija, al menos en el corto plazo. Es por esto que, al institucionalizar, se desarrollan los mecanismos y estructuras que dan el tiempo necesario para que el nuevo líder tome las riendas e impulse a la organización a otras alturas, con lo cual, la iniciativa empresarial se renueva. La institucionalización deberá realizarse pensando en el beneficio de la siguiente generación.


Está clarísimo que el fundador de un negocio, quien ha forjado y desarrollado la empresa, quizá no necesite de consejeros, aunque un buen amigo que te aconseje, siempre será útil. Es la siguiente generación quien lo necesitará.


Dejar estructuras de gobierno sólidas y funcionales garantizará que las buenas decisiones se seguirán tomando para que la empresa siga siendo rentable y esté bien manejada. Por otro lado, en cuanto a la familia, cuando se hereda el patrimonio entre varios descendientes, sobre todo hablando de las acciones de la empresa, es vital regular las relaciones entre propietarios y de éstos con la empresa. Es frecuente ver luchas fratricidas por querer quedarse con la mayor cantidad posible del patrimonio. Es común ver a accionistas de la familia que quieran meterse en decisiones operativas, que no les competen, porque no son directivos y para las cuales tampoco están preparados, pero, por ser dueños, consideran que pueden hacerlo.


La falta de transparencia, el abuso de los recursos del negocio, la incorporación de familiares no capacitados para las responsabilidades asignadas, etc., son vicios que, si no son evitados, terminarán por afectar a la empresa y al negocio.


Institucionalizar, por tanto, contribuye de manera importante a lograr la continuidad de la empresa y mantener la armonía en la familia.


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